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Si lo he pagado, es mío, y hago con él lo que quiera, incluso repararlo (Actualizada)

Desde hace ya muchos, pero muchos años, estamos viendo como las empresas que venden productos tecnológicos ponen cada vez más trabas a que estos se puedan reparar fácilmente, con la excusa (Apple, esto va por ti) de que con eso aumentaría el malware y por tanto su seguridad se vería comprometida.

A mi esto me suena más a excusas de mal pagador, que a un interés real en la seguridad, ya que harán cualquier cosa para deslegitimar o ensuciar la posibilidad de reparar sus productos. Es posible que haya más problemas de seguridad, desde luego, pero a empresas como Apple, Sony, Microsoft o Samsung entre otras, esto no les importa (demasiado).

Hay que ser justos, no todas las compañías están siguiendo el mismo camino; Samsung por ejemplo lleva algún tiempo facilitando el que sus productos sean reparados por los consumidores. Tal vez esto sea porque se han dado cuenta de la mala imagen que les reporta, o porque le han visto las orejas al lobo, y se han adelantado a los cambios de normativa que llegan y, que muy probablemente, seguirán llegando.

Por supuesto, las empresas hacen lo que hacen esperando lograr un beneficio, ya sea económico o en términos de imagen, así que no podemos esperar que en un futuro no vuelvan a cambiar sus políticas por otras más restrictivas. Es por ello que se han aprobado leyes para obligar a las empresas a que sus dispositivos sean más fácilmente reparables, el uso obligatorio del USB-C o la nueva normativa sobre baterías.

Aunque se están dando pasos en la buena dirección con las mencionadas nuevas normativas o el que los dispositivos y electrodomésticos tengan que llevar una etiqueta indicando la reparabilidad, esto no significa que las empresas lo vayan a poner fácil.

Imagen en donde puede verse la silueta de una mujer sobre fondo magenta tirando su iPod sobre una montaña con multitud de estos dispositivos de Apple

OBSOLESCENCIAS VARIAS

Las empresas se valen de distintas estrategias para fomentar el que sus productos duren menos tiempo del debido y así aumentar las ventas, la obsolescencia, evitando además la reparabilidad de estos. Algunas de las tácticas que utilizan son un poco más rastreras que otras, y además también se valen de los usuarios, ya que le hacemos el trabajo a las compañías.

Hay que diferenciar entre dos tipos de obsolescencia: la programada y la percibida. La primera, la obsolescencia programada, es en la que los fabricantes añaden deliberadamente algún elemento que reduzca la vida de un producto ya sea un chip o con materiales de baja calidad o ahora también por firmware, y así reducir su vida útil. Esto podemos verlo en infinidad de productos como impresoras, lavadoras, bombillas, tractores, y por supuesto, móviles.

Con el tema de los ordenadores, móviles, y con los iPhone especialmente, la cosa se complica un poco, ya que las actualizaciones que llegan con el tiempo, demandan más recursos, fomentando de esta manera el adquirir nuevos dispositivos. Esto por un lado es entendible, pero el problema viene cuando esto se utiliza con la idea de ralentizar un dispositivo (Apple, esto va otra vez por ti) o añadiendo funciones innecesarias por el mero hecho de inflar el código y que así sea más pesado.

Después nos encontramos la obsolescencia percibida, en donde los consumidores tenemos mucha responsabilidad, ya que aquí nosotros pensamos que algo esta obsoleto solo porque es un modelo con más numeritos, más cámaras, un diseño más finos, menos puertos o alguna función que las campañas de marketing han logrado convencernos de que es necesaria.

Las empresas saben que esto les va a funcionar, siempre con nuestro beneplácito, así que tienen la mitad del trabajo hecho. Aquí, los usuarios podemos hacer bastante, bueno menos los consumidores/seguidores de Apple, que son acríticos, ya que podemos elegir no adquirir todo lo nuevo sin pararnos a pensar si lo necesitamos, o si realmente va a mejorar al producto que ya tenemos.

LO QUE LES VA BIEN A LAS EMPRESAS NO SIGNIFICA QUE NOS VAYA BIEN A NOSOTROS

A las empresas les encanta que los usuarios usen sus productos como ellas quieren, limitando sus opciones o forzándolos de alguna manera. Microsoft es una experta haciendo esto, ya que te fuerza o "sugiere" que te pases a su nuevo S.O. con actualizaciones que no has pedido y que van añadiendo funciones y código, con lo cual se vuelve cada vez más pesado.

Esto en si no es del todo malo, ya que se van añadiendo nuevas funciones y características, pero estas no siempre están justificadas, o puede que el usuario directamente no las quiera. Un ejemplo, seguro que habéis visto los requisitos recomendados para el supuesto W12, en donde estas son exageradas por el uso que se le va a dar a la IA.

Como dije antes esto en si no tiene por que ser algo malo, el problema viene cuando no se tiene en cuenta al usuario, y se pasa por encima de sus opiniones y necesidades. Claro, luego se extrañaran de que el 66% de usuarios de Windows use W10, mientras que W11 es usado por el 27%.

Luego tenemos una tendencia nociva que se esta acelerando gracias la conectividad y a los dispositivos conectados a internet, y es el que las compañías puedan denegar el uso o alguna función por una reparación no autorizada, con lo cual mucha gente se verá obligada a acudir a los servicios técnicos oficiales, que para sorpresa de nadie, son mucho más costosos que otros servicios técnicos.

SHUT UP AND (DON´T) TAKE MY MONEY

Me ha quedado demasiado más largo de lo que pensaba el artículo, incluso me he dejado cosas para no hacerlo eterno, pero con todo lo dicho hay algo que esta claro: si las empresas siguen haciendo lo que hacen es por una razón, por que les funciona.

No todo el mundo va a querer reparar o sustituir piezas de sus equipos, sino que va a preferir adquirir un modelo nuevo, siendo esto respetable, pero esto no significa que los que queremos reparar o modificar nuestros equipos no podamos hacerlo por ello.

ACTUALIZACIÓN: Durante esta semana (22 de abril) se ha aprobado por fin la ley que otorga más derechos a los usuarios para reparar sus dispositivos, obligando a las empresas a que pongan más facilidades para ello.