A las compañías les interesa lanzar nuevas máquinas, ya que
(supuestamente) estimulan la venta de consolas; y por supuesto a las suministradoras de hardware, ya que
se adquieren nuevas unidades de sus componentes, que suelen tener un
precio elevado. Esto por una parte es lógico, las compañías quieren
aumentar sus ingresos, pero este modelo podría ser valido para
generaciones pasadas, en donde el salto gráfico era mas que notorio y
ofrecía nuevas posibilidades a los desarrolladores, pero este
cambio generacional cada vez tiene menos sentido.
Y cada vez lo tiene menos por varios motivos. Uno de ellos es que el salto gráfico no es demasiado grande,
al contrario de lo que ocurrió con el paso de las consolas de 8 bits a
las de 16, y de estas a las de 32. El apartado gráfico, y las
posibilidades que se abrían eran muy importantes, como por ejemplo la
llegada de entornos 3D, lo que posibilitó juegos como Super Mario 64, imposibles en consolas de anterior generación.
También hay que tener un punto importante: y es que cada vez es más costoso desarrollar un videojuego, con lo cual estos tenderán a subir de precio, además de que por su largo tiempo de desarrollo habrá menos lanzamientos, y muchos relanzamientos, remakes o versiones HD como llevamos viendo desde hace tiempo. Así que podríamos
plantearnos si es necesario un cambio de hardware con el consiguiente
gasto de cientos de euros para, muy posiblemente, seguir jugando a los
mismos juegos.
Con el cambio de generación llegarán nuevos juegos que aprovecharán el nuevo hardware, desde luego,
pero también es verdad que la experiencia no va a cambiar
sustancialmente: tendremos mejores resoluciones y
mapas cada vez más grandes que harán que sea necesario cientos de horas de juego para completarlo, pero que pocos terminarán por hacerlo. Pero para esto no
es necesario cambiar de generación.
Además, hay que tener en cuenta que para jugar ya no es imprescindible una consola de videojuegos, ya que aparte del PC tenemos los móviles, las smart TV o los Fire TV. Así vemos que cada vez hay menos razones para tener una consola, y en realidad, cada vez hay menos razones para que sigan lanzándose si todo sigue esta tendencia.